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miércoles, 9 de julio de 2014

Los Objetos de la perdición 2: El aro de Bechar

Juan Carlos Gómez era un meteorólogo de 45 años de nacionalidad española, pero residía en Argentina, aunque eso no importe demasiado, tampoco importe saber que era casado y tenía 4 hijos. Sin embargo, esta introducción nos lleva a saber donde comienza el problema de nuestro protagonista. Su mujer el día de su cumpleaños le regalo un aro, ya que le gustaban estas joyas, este era uno esmaltado de acero quirúrgico. Cuando Juan pregunto por su lugar de procedencia, su esposa le menciono que lo había comprado en lo de una gitana. De cualquier manera, antes de proseguir con la historia, debemos hacer un paréntesis y es que el hombre tenía una amante en su lugar de trabajo.
El hombre no la estaba pasando nada bien durante las noches, por días soñó exactamente lo mismo. Flashes de estar haciendo el amor con su amante en su lugar de trabajo, pero peor aún, lo hacían estando bañados en sangre y como si fuera poco, de fondo se veía la silueta extremadamente aterradora de un demonio; para rematar la horrenda escena; en la pesadilla, en la ciudad llovía sangre.
La situación de Juan alcanzaría su clímax, cuando decidió quitarse el aro y culpar a su mujer de sus desgracias posteriores al regalo, pero lo que ambos no sabían era que el verdadero culpable era el mismo por sus fechorías en el trabajo. Lamentablemente para el desdichado protagonista ya era tarde, el maligno ya estaba dentro de su cuerpo y sus reacciones violentas empeoraban a cada momento; sus sueños se hacían cada vez más intensos.
Meses después Juan Carlos se separaba de su mujer ya que sus diferencias eran intratables, por otro lado la relación con su amante estaba mejor que nunca. De todas maneras, él estaba fuera de control y ya el “Demonio de Forteana” había terminado su trabajo.
El final de esta historia es escalofriante; Bechar había poseído por completo a Juan hasta la locura convirtiéndolo en un soldado más del ejército de Lucifer, su alma paso cosas terribles y su cuerpo quedo abandonado en un hospital psiquiátrico donde quedo prácticamente en estado vegetativo, lo único que podía mencionar era algo sumamente curioso “el salvador esta cerca”… 

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