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miércoles, 9 de julio de 2014

Los Objetos de la perdición: El colgante de Belfegor

Era una noche tremendamente oscura, mucho más de lo normal, aterradora como pocas; solo se podía oír el sonido del freno de los colectivos. La historia que nos trae a esta cita con dicho tenebroso sitio, dará comienzo en este escenario; mas puntualmente en un callejón sin salida y muy oculto al ojo humano que amenizaba las cosas horrorosas de las que ese sitio ha sido (y será aun) único testigo.
Adrian Gómez, era un trabajador comun de unos 30 años de edad. Un experto en trasnochar sin caer preso de las tinieblas de las altas horas. Ya entrado en el crepúsculo del amanecer y  beodo, se disponía a volver a su casa cuando en el camino se cruzo con una anciana que insistía con venderle un collar algo particular; el joven victima de su borrachera compro el misterioso colgante ya que no era demasiado costoso y además no podía seguir soportando la voz aguda de la vendedora.
Desde allí la vida de Adrian no sería igual, su flamante joya era en realidad el lugar donde permanecía en su letargo el demonio Belfegor. Cada vez que el muchacho salía de juerga el despertar del “señor de la apertura” estaba más cerca… hasta que un día ocurrió lo inevitable.
El mortal disfrutaba de fiestas cada vez más intensas, pues el tenebroso estaba lentamente comiéndose la mente del primero. Hasta que en un momento dado ante él se reveló era un demonio musculoso, de varios metros de estatura, con una barba larga, cuernos, unos pies de lobo y unas garras sucias y largas. Es aquí donde la corta pero intensa aventura de Adrian daría comienzo

[Mi nombre es Adrian, tengo 30 años, al que lea esto quiero primero pedirle que por favor recé por mí, por mi alma, creo… creo que el diablo me persigue. No entiendo, aunque me parece que no quisiera entenderlo. Por favor si usted encuentra este collar y este manuscrito, le suplico que destruya el colgante. Maldita vieja que me lo vendió, ella sabría que todo esto pasaría.
Ahora viene a por mí, puedo ver su monstruosa sombra; solo esperare aquí mi terrible destino…]


Desde allí nada más se supo del desdichado; algunos rumorean que su alma merodea y se presenta ante aquellos que se embriagan y/o protagonizan orgias con mujeres. Otros dicen que está vivo pero que su destino se ha vuelto peor que la muerte. Merodeando como un vagabundo por cada bar. Tampoco se ha vuelto a saber de la anciana y jamás volvió a aparecer el colgante, otro misterio mas a la orden del día. 

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